
"Entonces dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!" Job 1:21
Los hombres y mujeres de la biblia son ejemplos a seguir en nuestro caminar cristiano. Son hombres y mujeres amigos de Dios, conformes al corazón de Dios, temerosos de Dios. Todos reflejan en sus vidas grandes lecciones, grandes luchas, y aun mayores victorias... siempre sostenidos en el poder, la misericordia y la gracia de Dios. Pero si hay un personaje que me ha enseñado sobre desprendimiento, silencio, pruebas y alabanza ha sido Job.
El verso que comparto con ustedes hoy llegó a mi casi "por accidente", pero sus palabras han resonado en mi corazón desde ese día. En medio de circunstancias que humanamente entenderíamos como castigo, como un olvido de Dios, Job reconoció que nada de lo que tenia, ni sus bienes materiales, ni su familia, ni siquiera su vida le pertenecían. Todo lo que había podido recibir era un préstamo de Dios, quien dispondría de lo que le pertenece conforme a su propósito.
No puedo dejar de preguntarme: Estamos conscientes de esta verdad? Sabemos y reconocemos que solo somos administradores de los bienes que Dios nos ha prestado para nuestro tiempo aquí en la tierra? Entendemos que como buenos administradores, nuestra labor es utilizar estos bienes conforme al propósito de su verdadero propietario? No estamos hablando solo de los bienes materiales, sino aun mas, de nuestros trabajos, nuestro tiempo, nuestras energías, nuestras relaciones. El comprender la expresión de Job "Jehová dio, Jehová quito" implica el reconocimiento total de que nada es nuestro, de que nada nos pertenece, y que en un abrir y cerrar de ojos nuestro mundo puede verse completamente transformado; implica aceptar los cambios, dejar atrás el apego a las cosas, incluso a las personas, sin dejar de ser buenos y amorosos administradores de las mismas.
Nuestro apego debe ser a Dios, a buscar su presencia y no sus presentes. Nuestro apego debe ser a los pies de Jesús, a la paz que se encuentra en ellos. Nuestro apego debe ser al Espíritu Santo, a esperar por sus respuestas, por su guia y su sabiduría. Fuera de esto, todo lo demás se ira, cambiara, y en nuestro apego a cosas que nunca han sido nuestras solo caeremos en la desilusión y el eterno cuestionar por que. Hoy, te invito a que reconozcas que en todo tiempo Dios tiene el control de sus posesiones, que El dio y el quito, que todo cambia... Mas El permanece!
Amen!! Excelente recordatorio, gracias Lore!
ResponderEliminarMuy fuerte, pero muy cierto... tan facil de olvidar, pero muy necesario recordar!!
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