
En el día de hoy quiero compartir con
ustedes una lección que aprendí recientemente. Lo primero que quisiera que hiciéramos
es preguntarnos, ¿cuánto tiempo
de nuestra vida dedicamos a planificar? Espero que no tanto como yo. Algunas personas dedican mucha parte de su
tiempo a planificar: Un día de diligencias, fines de semana, vacaciones, el futuro
próximo y el no tan próximo, hasta una simple juntadera.
Una de las razones por la cuales nos fascina
hacer esto es porque necesitamos la certeza, tenemos que saber cómo se va a
desarrollar el evento o lo que sea que planificamos. En cierto modo, esto nos
ayuda a sentir a que tenemos el control de lo que pasará. Sin ánimos de
desanimarlos a planificar, me he encontrado que casi nunca la vida sucede como
la planificamos. Aún no he renunciado a esta actividad primero porque nuestro
Dios es un Dios de orden, y entiendo que es una actividad alineada a esta, su
manera de ser. Segundo, a pesar de que los planes nunca se ejecutan a total
cabalidad, creo que al menos nos proveen dirección.
Sin embargo, como dice el versículo, ya
Dios tiene planes para nosotros. Son planes
tan buenos que nadie aquí abajo en la Tierra tiene la capacidad de concebir.
Planes mejores que nuestros más “wildest dreams”. Planes donde la soñada certeza
hay que sustituirla con fe; y donde la ilusión de control hay que sustituirla
con esperanza.
“Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido
lo que Dios ha preparado para
quienes lo aman.” 1 Corintios, 2:9.
Miro hacia atrás todos los planes
incumplidos y solo le doy gracias a Dios porque no se cumplieron. No estoy donde pensaba que iba a estar hace unos meses atrás. Estoy en un lugar mucho mejor. Y esto es así: ¡Siempre,
siempre, siempre nuestros planes terminan en algo mucho mejor de lo planificado! He entendido que al
planificar el más mínimo detalle nos atamos a nuestra corta visión y a nuestra capacidad humana. Cuando en realidad ya
alguien más tiene nuestra vida bajo su cuidado a quien la palabra capacidad (que
implica una especie de límite) simplemente no aplica. Personalmente creo que podríamos
usar parte de nuestro tiempo para planificar y darle un mejor uso, como dedicárselo mas
a Dios, de una u otra manera.
Aunque sintamos que estamos en punto muy
lejos de lo que hemos planificado, ¡seguro Dios nos esta re-direccionando hacia
el plan que Él tiene para nosotros! Dejémonos llevar para luego estar agradecidos del sitio donde nos encontraremos, uno mucho mejor del que podemos imaginar.
Happy Friday!
Me encanta la perspectiva de que la capacidad como un limite. Y verlo como la frontera entre lo que yo puedo hacer, el mandato que Dios me da de actuar y de moverme, y el espacio que El deja para actuar conforme a sus planes. Gracias por este recordatorio Lau!
ResponderEliminarExcelente post y perspectiva, Laura, muchas gracias!! :)
ResponderEliminar"Planes donde la soñada certeza hay que sustituirla con fe; y donde la ilusión de control hay que sustituirla con esperanza."
Creo que no hay mejor manera de describir como debemos soltar esos planes y confiar plenamente en las promesas de Dios.
Tambien nos ayuda estar muy conscientes de que al final del dia, realmente no tenemos control de nada. "Planning is everything, plans are nothing." Como bien dijiste, es nuestro deber planificar para al menos tener un sentido de direccion y proposito, pero al mismo tiempo debemos reconocer que nuestros planes no son nada...
Amen chicas! Me alegra que algo haya resonado en ustedes.
ResponderEliminarExcelente interpretación Lau. Sabes? Este post me trajo una idea a la mente, y es que justamente cuando dejamos de preocuparnos tanto por algo y de planificar en extremo, El nos responde. Es como si nos dijera: "óyeme no trabajo bajo presión, cuando te calmes resolvemos. Donde dejaste la fe y esperanza? Es que no has aprendido nada de tu Padre?"
ResponderEliminar