lunes, 11 de marzo de 2013

Filipenses 4: 6-7


La Paz que Dios nos da

Filipenses 4:6-7
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Muchas veces nos afanamos de más, por cosas que no están en nuestras manos y por situaciones que por más que intentemos resolver son imposibles para nosotros. Es por eso que nuestro padre celestial nos insta que en vez de perder el tiempo en preocupaciones que no nos van a ayudar a resolver nada, nos ocupemos de orar y presentarle al señor nuestros problemas y él nos dará la victoria.

En muchas ocasiones me ha pasado que en vez de orar desde el principio, trato de resolver los problemas humanamente y siento como si estuviera nadando en contra de la corriente, por más fuerza que ponga, no logro avanzar a ninguna parte y ya cuando todas mis energías están agotadas que siento que estoy a punto de hundirme, es cuando clamo al señor. Este pasaje nos muestra, que Dios no quiere que agotemos nuestras fuerzas intentando resolver cosas que son humanamente imposibles, sino que desde el principio vayamos a él.

Algo que me llama mucho la atención de este pasaje es que dice que presentemos nuestras peticiones, no solo en oración, sino en acción de gracias, lo que significa que debemos declarar la victoria y agradecer a Dios por su respuesta, aún antes de haber recibido la bendición. Dios nos insta a tener una Fe en él sin medidas y no dudar ni un segundó en su capacidad para resolver nuestras situaciones por mayores que estas sean.

 Y si hacemos esto, él nos garantiza que más allá de la mente humana, aún medio de nuestras situaciones, habrá una paz en nuestras mentes y corazones que aún nosotros nos asombraremos. Dios nos promete una paz que es imposible recibir en el mundo, si aprendemos a depender y confiar únicamente en él.

2 comentarios:

  1. Amen! Gracias Loraine :)

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  2. Esto requiere una practica constante, de recordarle a nuestra alma... y someter nuestros pensamientos a la mente de Cristo!

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